martes, 8 de enero de 2013

Parte individual: Daniel Ortiz




ANTE LA LEY


Ante la Ley hay aposado un guardia. Se presenta a él un campesino que le pide que le deje entrar en la Ley. Pero el centinela le dice que en ese momento no le está permitido entrar. El hombre medita y luego pregunta si más tarde será lícito entrar. ''Es posible'', dice el guardia, ''pero no ahora''. 
       La gran puerta que da a la Ley está abierta de par en par como siempre, y el guardia se hace a un lado; entonces el hombre, inclinándose hacia delante, mira al interior a través de la puerta. Cuando el guardia advierte esto se echa a reír y dice: ''Si tanto te atrae entrar, procura hacerlo a pesar de mi prohibición. Pero tenlo en cuenta: yo soy poderoso y sin embargo no soy sino el guardia más inferior; en cada una de las salas hay otros centinelas, uno mas poderoso que el otro. Yo no puedo siquiera soportar la vista del tercero''. El campesino no había esperado tales dificultades; le parece que la Ley tiene que ser accesible siempre a todos, pero ahora que examina con mayor detenimiento al guardia, envuelto en su abrigo de pieles, que tiene una gran nariz puntiaguda y una barba larga, delgada y negra a la manera de los tártaros, resuelve que es mejor esperar hasta que le den permiso para entrar. 
       El guardia le da entonces un escabel y le hace sentar al lado, frente a la puerta. Allí pasa el hombre, sentado, días y años. Hace infinitas tentativas para entrar en la Ley y fatiga al centinela con sus súplicas. El centinela a veces le somete a pequeños interrogatorios, le pregunta por su patria y por muchas otras cosas, pero en el fondo no le interesan mucho las respuestas. Pregunta como lo haría un gran señor; y siempre termina por manifestarle que todavía no puede entrar. El hombre, que para realizar aquel viaje se ha provisto de muchas cosas, lo emplea todo,por más valioso que sea, para sobornar al portero. Este lo acepta todo, pero dice ''Lo acepto para que no creas que has descuidado algo''. 
       Durante muchos años aquel hombre no aparta los ojos del centinela. Se olvida de los otros centinelas y llega parecerle que este este primero es el único obstáculo que le impide entrar en la Ley. En los primeros años maldice a gritos su funesta suerte, pero luego, cuando se hace viejo, se limita a gruñir entre dientes. Y como en los largos años que se ha pasado estudiando al centinela llega a conocer también sus pulgas de cuello de piel, vuelto nuevamente a la infancia, ruega hasta a esas pulgas para que le ayuden a quebrantar la resistencia del guardia. 
       Por fin, ve que la luz que perciben sus ojos es más débil y no logra establecer si verdaderamente se ha hecho de noche alrededor de él o si simplemente son los ojos de los que le engañan. Pero ahora, en medio de las tinieblas, percibe un destello de luz inextinguible a través de la puerta. Ya le queda poca vida. Antes de morir se concentran en su mente todos los recuerdos y pensamientos de aquel tiempo en una pregunta que hasta ese momento aún no había formulado al centinela. Como su cuerpo ya rígido no puede moverse, hace una seña al guardia para que se acerque. Este tiene que inclinarse profundamente pues la diferencia de dimensiones entre uno y otro ha llegado a hacerse muy grande en virtud del empequeñecimiento del hombre. ''¿Qué es lo que todavía quieres saber?'', pregunta el centinela. ''Eres insaciable''. ''Dime'', dice el hombre, ''si todos aspiran a entrar en la Ley, ¿cómo se explica que en tantos años nadie, fuera de mí, haya pretendido hacerlo?'' El guardia se da cuenta de que el hombre está ya al borde de la muerte, de manera que alcanzar a su oído moribundo ruge sobre él: ''Nadie sino tú podría entrar aquí, pues esta entrada estaba destinada sólo para ti. Ahora me marcho y la cierro''.


*Kafka, Franz. 1913. La Condena y otros relatos. Ediciones Nuevomar, S.A. de C:V. México.





COMENTARIO DEL FRAGMENTO



Para empezar, voy a exponer los motivos por los cuales he elegido este fragmento. Se trata de uno de los relatos que aparecen en el libro La condena y otros relatos pese a que inicialmente pertenece a un volumen de relatos titulado Un médico rural, lo he adjuntado entero ya que un fragmento del relato resultaría incomprensible, además de su corta extensión. Podría haber escogido un fragmento de La Condena, pero resulta que Ante la Ley tiene aspectos en común y además de una manera más sintetizada.
       Como bien expresa Sergio Guillén R.G. en el prólogo de este libro, Kafka no cree en un castigo por haber violado la autoridad sino, más bien, en una ''condena'' a no romper esta autoridad, se trata de una condena a la esperanza. Una esperanza que provoca que el hombre espere frente a la puerta de La Ley, enfrascado en el análisis del guardián, sin ni siquiera preguntarse porque es el único que quiere entrar. No se lo pregunta hasta que llega el momento de su muerte y la respuesta del guardián es quizá la oración más interpretable de todo el relato. Yo lo interpreto como una crítica al oscurantismo ya que el guardián restringe el acceso a aquello que el pueblo cree que puede acceder. Por otra parte el hecho de que el hombre descubra que esa puerta existe exclusivamente para él abre un abanico de posibilidades a la hora de interpretar. Podríamos decir que Kafka resalta las diferencias entre las personas, cada uno tiene sus propias barreras y además uno mismo influye en la creación de ellas, el hombre eligió a ese guardián en concreto. También me transmite pesimismo ya que a pesar de que el hombre tuviera voluntad para tomar decisiones, no la tiene para poder entrar o para encontrar una solución efectiva al problema.
       En cuanto a los aspectos formales he elegido este relato porque me llama la atención su manera de narrar los hechos. Primero por el aspecto abstracto de la historia, conseguido gracias a un buen uso de la elipsis en el cual suprime prácticamente toda descripción así como una continuidad de los hechos difícil de lograr ya que toda la vida del hombre transcurre en unas pocas líneas. En segundo lugar el uso de símbolos, el principal de ellos es ''La Ley'', éste es un término muy abierto y según el valor que se le de puede cambiar en gran parte el significado de la narración. Se podría entender como el objetivo propio de cada persona, que podría ser la felicidad como estado ideal al cual todo el mundo tiene derecho. 
       Uno de los grandes estudiosos de Kafka, Walter Benjamin, entiende ''La Ley'' en su libro Imagen y metáfora: la estética de Walter Benjamin como ''Un juicio de Dios'' en el que no queda claro quién era el reo y quién el acusador, viendo dicho concepto desde el punto de vista de la teología judía. Escribo esto únicamente para que veáis las tan distintas interpretaciones del mismo concepto, claro está que el bagaje cultural influye mucho a la hora de elegir un significado u otro de dicho término.
       En conclusión, este es uno de los muchos cuentos que escribió Kafka, todos ellos en mayor o menor medida cambiaron para siempre la manera de narrar, mejorando la expresividad y dejando de lado la verosimilitud que caracterizaba a sus escritores coetáneos. Lo podríamos considerar como el precedente de grandes movimientos literarios como por ejemplo el realismo mágico de la literatura hispanoamericana. Borges, claro impulsor del movimiento, reconoce que ''quiso ser Kafka'' escribiendo pequeños relatos siguiendo su estilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario